Primer Cruce, Johann
Primer Cruce, Johann
La persiana esta prácticamente cerrada, es barata, de plástico. Mi casa es vieja, tiene más de veinte años y los cerramientos son pobres. El quicio de la ventana es metálico, de aluminio, pero está mal hecho, en verano entra el calor y en invierno, el frío. Me asomo por ella, pero solo veo el edificio de enfrente. Los agujeritos que dejan pasar algo más que aire, pero poco menos que luz no me dejan ver la calle.
Salgo al salón y me asomo a la terraza... busco un conejillo de indias.
Ahí va. Camina a paso ligero. Es alto y extranjero. Rubio, nórdico o inglés. Tendrá treinta y tantos. Johann. Se parece a Cruyff cuando jugaba en el Barça. Decido su destino.
...Mierda son las ocho menos cuarto ya. Como no me de prisa me van a cerrar la papelería. Ya me he recorrido todo el puto pueblo y en ninguna de las papelerías abiertas tienen óleo color blanco. ¿En que clase de papelería no tienen óleo color blanco? ...
Johann camina por una avenida cargada de coches en doble fila y gente que pasea tan absorta como él en sus propios pensamientos. Necesita ese blanco para el cuadro que está pintando. Alguien podría pensar que es maniático pero se encuentra tremendamente inspirado y acabado con el blanco. Un blanco para rellenar nubes, para mezclar pasteles, para pintar nieve, para brillo a las olas, para refrendar la perfección de las paredes estrechas de la mente surrealista de su pintura.
Nadie lo observa a pesar de que ha salido de casa sin ni siquiera haberse quitado la bata que usa para pintar y que está manchada por miles de fragmentos multicolores, propuestos por pinceles limpios o por manchas que alguna vez intentaron llegar a formar parte de una obra de arte. Llega a la última papelería que queda libre. Es la que está más lejos de su casa pero donde otra vez ha encontrado lo que necesitaba.
- Hola, ¡Buenas tardes!
- Buenas tardes, que quería, estamos a punto de cerrar.- El dueño maneja una cara adusta. En verano, las papelerías no tienen mucho negocio, no hay niños que vayan a por cuadernos o libros para la escuela.
- Bueno, esperaba que ustedes tuvieran óleo blanco.- Y añadió Me he recorrido todas las papelerías del pueblo.
- Aquí si tenemos, debería de haber venido antes.
El dependiente se internó en la tienda y se puso a rebuscar entre estantes de materiales.
- ¿Cuántos tubos desea? Preguntó.
- Todos los que tengan.
Al cabo de un momento volvió. Entre las manos traía tres pequeños tubos de pintura blanca al óleo.
- Solo le quedan esos.
- Si, son Pebeo y salen a dos euros el tubo.
- No son muy allá.- Opinó, bajo la inquisidora mirada del papelero. - Está bien, no tengo más remedio que llevármelos.
Johann pagó y salió un poco más tranquilo. Los tres botecitos metálicos con un tapón de plástico, que contenía la bolsa de papel de la papelería, no le iban a dar para mucho, pero menos era nada. Ahora no corría de camino a casa.
La textura del papel era acariciada por sus manos cuando se cruzó con una chica. Era delgada y con la piel tostada por el sol. Era Rembrandt Burnt Sienna Nº 411, ese era el marrón de su piel. Y sus ojos eran Cerulean Blue 534 y su pelo Stil de grain yellow 251.
...La pintaré. Sí, la pintaré. Rápido, rápido fíjate en ella. Que no se te olvide. Es preciosa. Deberías proponerle pintarla. No....
La chica se dio la vuelta y cambió de dirección. Johann esperaba cruzarse con ella en el paso de peatones, pero la chica dio un giro inesperado y cruzó de calle. Pero justo antes de hacerlo, sus miradas se cruzaron.
Continuara...
La persiana esta prácticamente cerrada, es barata, de plástico. Mi casa es vieja, tiene más de veinte años y los cerramientos son pobres. El quicio de la ventana es metálico, de aluminio, pero está mal hecho, en verano entra el calor y en invierno, el frío. Me asomo por ella, pero solo veo el edificio de enfrente. Los agujeritos que dejan pasar algo más que aire, pero poco menos que luz no me dejan ver la calle.
Salgo al salón y me asomo a la terraza... busco un conejillo de indias.
Ahí va. Camina a paso ligero. Es alto y extranjero. Rubio, nórdico o inglés. Tendrá treinta y tantos. Johann. Se parece a Cruyff cuando jugaba en el Barça. Decido su destino.
...Mierda son las ocho menos cuarto ya. Como no me de prisa me van a cerrar la papelería. Ya me he recorrido todo el puto pueblo y en ninguna de las papelerías abiertas tienen óleo color blanco. ¿En que clase de papelería no tienen óleo color blanco? ...
Johann camina por una avenida cargada de coches en doble fila y gente que pasea tan absorta como él en sus propios pensamientos. Necesita ese blanco para el cuadro que está pintando. Alguien podría pensar que es maniático pero se encuentra tremendamente inspirado y acabado con el blanco. Un blanco para rellenar nubes, para mezclar pasteles, para pintar nieve, para brillo a las olas, para refrendar la perfección de las paredes estrechas de la mente surrealista de su pintura.
Nadie lo observa a pesar de que ha salido de casa sin ni siquiera haberse quitado la bata que usa para pintar y que está manchada por miles de fragmentos multicolores, propuestos por pinceles limpios o por manchas que alguna vez intentaron llegar a formar parte de una obra de arte. Llega a la última papelería que queda libre. Es la que está más lejos de su casa pero donde otra vez ha encontrado lo que necesitaba.
- Hola, ¡Buenas tardes!
- Buenas tardes, que quería, estamos a punto de cerrar.- El dueño maneja una cara adusta. En verano, las papelerías no tienen mucho negocio, no hay niños que vayan a por cuadernos o libros para la escuela.
- Bueno, esperaba que ustedes tuvieran óleo blanco.- Y añadió Me he recorrido todas las papelerías del pueblo.
- Aquí si tenemos, debería de haber venido antes.
El dependiente se internó en la tienda y se puso a rebuscar entre estantes de materiales.
- ¿Cuántos tubos desea? Preguntó.
- Todos los que tengan.
Al cabo de un momento volvió. Entre las manos traía tres pequeños tubos de pintura blanca al óleo.
- Solo le quedan esos.
- Si, son Pebeo y salen a dos euros el tubo.
- No son muy allá.- Opinó, bajo la inquisidora mirada del papelero. - Está bien, no tengo más remedio que llevármelos.
Johann pagó y salió un poco más tranquilo. Los tres botecitos metálicos con un tapón de plástico, que contenía la bolsa de papel de la papelería, no le iban a dar para mucho, pero menos era nada. Ahora no corría de camino a casa.
La textura del papel era acariciada por sus manos cuando se cruzó con una chica. Era delgada y con la piel tostada por el sol. Era Rembrandt Burnt Sienna Nº 411, ese era el marrón de su piel. Y sus ojos eran Cerulean Blue 534 y su pelo Stil de grain yellow 251.
...La pintaré. Sí, la pintaré. Rápido, rápido fíjate en ella. Que no se te olvide. Es preciosa. Deberías proponerle pintarla. No....
La chica se dio la vuelta y cambió de dirección. Johann esperaba cruzarse con ella en el paso de peatones, pero la chica dio un giro inesperado y cruzó de calle. Pero justo antes de hacerlo, sus miradas se cruzaron.
Continuara...
1 comentario
Marta -
Realmente, no sé como serán los siguientes, pero este primer post ha sido impresionante. (y lo digo en serio, eh!)
Por cierto, te gusta pintar? o has investigado como se llaman las pinturas? Porque eso es complicado, hay miles de colores en la paleta de un pintor :)