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CruceDeCaminos

Hora SEIS, en el Sexto Día. La Medicación

La Medicación.

Finalmente, separaron sus labios. El beso podría haber sido eterno, pero en algún momento es necesario hablar para estropear con palabras el intento de explicación mutuo.

- Te...

- No hables, no digas nada. Dijo Elena.

Bajaron del árbol y se cogieron de la mano. Instintivamente fueron caminando de nuevo hacia sus casas. A aquel jardín donde se alumbró la pintura que todo este tiempo después los había hecho conocer por primera vez el amor.

Cuando llegaron a los jardines junto a la piscina, encontraron a la madre de Elena hablando con el socorrista. Interrogándole ciertamente.

- Dios por ahí, apareces. Dijo su madre elevando ligeramente la voz.

- Tranquila, no pasa nada.

- ¿Cómo que no pasa nada? – Mientras subía el volumen un poco más. – Tengo que hablar contigo inmediatamente, así que entra en casa.

- Pero mama, ahora estoy con Alberto, llevamos mucho tiempo...

- ¡Entra en casa!

Elena salió corriendo y entro en su casa, seguida por su madre. Alberto se quedó solo, observando como en solo unos minutos todo parecía cambiar. El volvió a su casa también. Y subió a su habitación, cogiendo sus pinturas para intentar retratar a su chica.

Las voces de una y de otra se oían a través de los muros. Muchas palabras se dijeron... Porque no te has tomado las pastillas esta mañana. No sabes lo preocupada que estaba. Se me olvidó. Siempre se te olvidan. No, no es cierto, es la primera vez. Es por tu bien. Si no las tomas recaerás. Volverás a tener ataques. Lo siento. Se me olvidó. Por favor, déjame salir. No, no puedo. Vete a tu cuarto.

Elena subió las escaleras y se tumbó en la cama, recordando el beso que le había dado Alberto. Miró por la ventana y allí estaba él. Al otro lado del jardín, en su pequeña habitación desde donde le había intuido vigilarla.
La saludó y le mostró lo que estaba haciendo, era una pintura de ambos en el árbol. Besándose. Él colocó la acuarela sobre la ventana y ella no pudo contemplar lo que hacía, pero al momento, en otra hoja de su bloc, pudo ver lo que había escrito.

Te quiero.

Llamaron a la puerta. Era la madre de Elena. Toma aquí tienes las pastillas. Hasta antes de acostarme no me tocan aún son solo las siete, mama. Ya, pero acabo de llamar a la clínica y me han dicho que si te has olvidado las de esta mañana, entonces que adelantes la toma de la noche para compensar. Está bien.

Elena tomó el vaso de agua y se metió las pastillas en la boca. Su madre desapareció por la puerta y Elena se volvió para ver si Alberto seguía al otro lado, pero había desaparecido. Sintió una ligera punzada y decidió escupir las dos pastillas que acababa de tomar y que aún conservaba en la boca. Esa mañana se le habían olvidado y sabía que había sido por algo, que ese simple hecho le había valido para volver a recordar a Alberto, para volver a sentirse como una niña y para que le dieran su primer beso.

Entonces, una piedra golpeó contra su ventana...

3 comentarios

Rut -

Y?????? Carlos por Dios, cada vez quen entro en tu blog para escribirte algún comments me dejas intrigada, a este paso me voy a dejar un dineral en los Cyber...
Qué tal por Marbellita? supongo que genial, que envidia me das. Yo aquí sigo, con mis casi 40 grados, ayyyy

El fugitivo -

Me has dejado con la intriga :-)
Con tu permiso, puedo añadirte como link en mi pagina

Marta -

Ains, la que va a necesitar medicación a este paso soy yo. Menudo arte tienes en dejarnos con el caramelo en la punta de la boca.
Porqué no se toma las pastillas? Jo, no quiere repetir la experiencia del árbol junto a Alberto?
Mmm, estas morenas... :p

Besos!