La Puta Realidad
Son las 5:05 de la mañana, y escribo esto, aunque lo suba a posteriori porque por algún motivo, blogia.com no me permite actualizar CruceDeCaminos. A continuación narraré como vivimos en San Pedro de Alcantara, una pedanía de Marbella, por mucho que algunos pretendan lo contrario.
Estamos en un Bar. Aquí todos nos conocemos. Los dos dueños son amigos míos desde hace mucho tiempo. Son buena gente y no tiene rollos raros. Lo abrieron hará unos tres o cuatro meses. Hoy nos sorprendemos por lo lleno que está. Antes hemos estado en el Bar de otro amigo que también es un buen colega.
A eso de las doce y media de la noche han aparecido una pareja de Municipales y otra pareja de Nacionales porque, al parecer, ha alguien le han rajado el culo con una navaja en alguna parte.
Nuestra noche va de puta madre, nos hacemos fotos, lo pasamos bien y nos ponemos un poco ciegos. Todo marcha y cambia la hora llegando las cuatro de la mañana sin que notemos cansancio. Las niñas empiezan a perder fuelle, pero siguen la marcha, aunque ahora sentadas en un par de taburetes.
De repente, empieza a haber follón y jaleo. Los dos porteros del Bar, que desde que lleva abierto se han limitado ha abrirnos las puertas y controlar a quien lleve zapatillas de deporte, cierran las puertas y ponen una banqueta para impedir que se pueda abrir desde fuera. Algo pasa.
Empieza el movimiento y el nerviosismo. Golpes en cristales y puertas. Se ve algo más que una pelea en la calle. Por un instinto machista, todos le decimos a las niñas (que son mujeres ya) que se marchen la fondo del bar, que se acumulen junto a la puerta de salida de emergencia. Uno de los dueños que conocemos, se acerca junto a la puerta, inmediatamente se vuelve y le dice al otro dueño que llame a la policia y que abra la puerta de emergencia. Dicho y hecho (Gracias Luis y Antonio).
Vamos saliendo a pesar de que hay quien está muy nervioso. Yo no lo veo pero ha quien dice que ha visto ha alguien con la cara cortada (mientras que escribo esto, oigo chillidos y ruidos raros en la calle). Cuando vamos saliendo, se nota que hay alguien que intenta forzar las puertas de entrada al bar. Uno de los seguratas nos empuja a que los pocos que quedamos dentro nos marchemos.
Salimos a la calle y poco a poco la gente se dispersa, aunque hay quien, por instinto morboso, se queda pendiente a ver que ocurre. Cuatro de nosotros, cinco conmigo, nos vamos a casa, no sin preocupación y sin saber que coño ha pasado esta noche. Nuestro plan de volver al primer bar donde estuvimos, para pasar un rato después del cierre se va al carajo.
Llego a casa y así son las cosas. No es la primera vez, ni será la última. En San Pedro, pedanía de Marbella, todo el mundo mira a otro lado (los gritos aún siguen). No es la primera vez, repito, puesto que ha habido diversos tiroteos, heridos, peleas, ajustes de cuentas... ni será la última. Lo que más jode es el miedo por quien quieres, por tus amigos y por los que te importan, en esta ciudad, donde todos y todas miran hacia otro lado, como siempre ha sido, porque es más fácil obviar al traficante, al sacabultos, que denunciarlo. Porque la gente normal ni lleva pistola, ni la quiere.
A las 5:25 de la mañana, Carlos D. Redondo. (Aún sigue el "ruido" en la calle)
Estamos en un Bar. Aquí todos nos conocemos. Los dos dueños son amigos míos desde hace mucho tiempo. Son buena gente y no tiene rollos raros. Lo abrieron hará unos tres o cuatro meses. Hoy nos sorprendemos por lo lleno que está. Antes hemos estado en el Bar de otro amigo que también es un buen colega.
A eso de las doce y media de la noche han aparecido una pareja de Municipales y otra pareja de Nacionales porque, al parecer, ha alguien le han rajado el culo con una navaja en alguna parte.
Nuestra noche va de puta madre, nos hacemos fotos, lo pasamos bien y nos ponemos un poco ciegos. Todo marcha y cambia la hora llegando las cuatro de la mañana sin que notemos cansancio. Las niñas empiezan a perder fuelle, pero siguen la marcha, aunque ahora sentadas en un par de taburetes.
De repente, empieza a haber follón y jaleo. Los dos porteros del Bar, que desde que lleva abierto se han limitado ha abrirnos las puertas y controlar a quien lleve zapatillas de deporte, cierran las puertas y ponen una banqueta para impedir que se pueda abrir desde fuera. Algo pasa.
Empieza el movimiento y el nerviosismo. Golpes en cristales y puertas. Se ve algo más que una pelea en la calle. Por un instinto machista, todos le decimos a las niñas (que son mujeres ya) que se marchen la fondo del bar, que se acumulen junto a la puerta de salida de emergencia. Uno de los dueños que conocemos, se acerca junto a la puerta, inmediatamente se vuelve y le dice al otro dueño que llame a la policia y que abra la puerta de emergencia. Dicho y hecho (Gracias Luis y Antonio).
Vamos saliendo a pesar de que hay quien está muy nervioso. Yo no lo veo pero ha quien dice que ha visto ha alguien con la cara cortada (mientras que escribo esto, oigo chillidos y ruidos raros en la calle). Cuando vamos saliendo, se nota que hay alguien que intenta forzar las puertas de entrada al bar. Uno de los seguratas nos empuja a que los pocos que quedamos dentro nos marchemos.
Salimos a la calle y poco a poco la gente se dispersa, aunque hay quien, por instinto morboso, se queda pendiente a ver que ocurre. Cuatro de nosotros, cinco conmigo, nos vamos a casa, no sin preocupación y sin saber que coño ha pasado esta noche. Nuestro plan de volver al primer bar donde estuvimos, para pasar un rato después del cierre se va al carajo.
Llego a casa y así son las cosas. No es la primera vez, ni será la última. En San Pedro, pedanía de Marbella, todo el mundo mira a otro lado (los gritos aún siguen). No es la primera vez, repito, puesto que ha habido diversos tiroteos, heridos, peleas, ajustes de cuentas... ni será la última. Lo que más jode es el miedo por quien quieres, por tus amigos y por los que te importan, en esta ciudad, donde todos y todas miran hacia otro lado, como siempre ha sido, porque es más fácil obviar al traficante, al sacabultos, que denunciarlo. Porque la gente normal ni lleva pistola, ni la quiere.
A las 5:25 de la mañana, Carlos D. Redondo. (Aún sigue el "ruido" en la calle)
2 comentarios
jenna schneider -
Minguelo -
Gracias Carlos