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BreveHistoriaPostSabadoNoche

 

Te despiertas y en lo más profundo de tu garganta hay un sabor desagradabe a humo y a vodka reseco. Pero en realidad, ya no es vodka, ni humo, es una mezcla alquímica que rezuma un dolor que llega a tu cabeza, tu pecho y tu estomago. Te entran ganas de salir corriendo y vomitar, pero te das cuenta de que esa no es tu casa, ni siquiera es la casa de uno de tus amigos,...

...la colcha enmarañada a tus pies tiene un dibujo desconocido, medianamente descolorido y con aspecto a medias barato y a medias lo suficientemente moderno para ser la casa de alguien joven. Te aterra mirar hacia tu lado izquierdo, puesto que ya sabes que en tu lado derecho hay una mesita de noche que desconoces pero en la que hay una caja y un par de condones usados con restos de tu semen.

La cabeza te da vueltas y por un momento, tienes la tentación de volverte a quedar dormido a ver si así te despiertas más tarde en tu verdadera cama. En un rapto de lucidez, se lo pides al "Dios de la Juerga" para que te teletransporte a tu casa a cambio de un dia más de resaca. Pero no... no te concede tus deseos y te tienes que levantar corriendo porque si no vas a echar la pota en esa colcha barata. Y definitivamente hortera.

Sales corriendo pero no tienes ni puta idea de donde esta el servicio y dando vueltas por la casa, al final solo encuentras una cocina estrecha y completamente pulcra donde descargar el alcohol que todavia tapiza las paredes de tu estomago. Ni siquiera te acordabas que habias cenado ensalada.

Lo limpias como puedes, mientras apoyas tu cabeza contra un mueble y miras fijamente como tu vomito se marcha por el desagüe. Solo piensas en como demonios has llegado hasta allí y lo más que recuerdas es una cara bonita en el bar de siempre. Una chica morena y preciosa, con el pelo corto y gafas de pasta. Alguien te lo advierte desde el fondo de tu cabeza. No has podido tener tanta suerte.

En ese momento, mirando hacia abajo, ves que todavia hay algo que cuelga de tu pene. Un pedazo de plástico lleno de una pasta reseca. De un tirón te lo quitas y te duele como si te lo hubieran pegado con pegamento. Encuentras la basura, mientras piensas en que has echado tres polvos seguidos y ni siquiera te acuerdas.

Paseas, deambulando, por la casa, sin prestar mucha atención a lo que ves. Varias fotos después, llegas al convencimiento de que es el apartamento de la chica de las gafas. La casa está plagada de fotos de ella con otro chico, que esperas que no sea su novio y de más fotos en grupo en las que aparece ella entre más gente. Es bonita y con aire bohemio. Justo lo que te gusta y justo lo que necesitas en ese momento.

Te aseguras que no te vas a enamorar, pero en tu cabeza y bajo los aún perennes efectos del Stolichnaya, ya te ves envolviendola con tus brazos bajo un sol otoñal y mirando cuadros de Gaugin en alguna exposición de la ciudad.

 

Pero ¿es esa la realidad?...

 

Escuchas el ruido de una ducha que se abre e imaginas que podrías entrar a ducharte con ella. Pero no estás seguro, porque lo más probable es que ella estuviera igual de borracha que tu. Así que piensas que lo mejor es entrar a la habitación, recoger tus cosas sigilosamente y dejarle una nota. Quizás ella se acuerde mejor que tu del sexo pasado y se decida a llamarte.

Justo cuando estás recogiendo tus cosas y como siempre te pasa, no encuentras tus calzoncillos, descubres algo que no cuadra en la ecuación. Un signo, una multiplicación de más. Hay un par de vaqueros más, una camiseta más, unos calzoncillos que no son tuyos...

...y entonces todo te da vueltas e intentas salir de allí, sin calzoncillos o sin camiseta, incluso dejandote la cartera. Y te aseguras que no vas a volver a beber más.

 

Nunca mas, Stolichnaya.

 

 

Epilogo.

 

Esa tarde, Alma llamó a Carlos y le preguntó porque se había marchado de su casa tan rápido. El no supo que contestar. Quizás eran imaginaciones suyas... quizás todo fue producto de la borrachera que aún tenía. Más tarde, después de salir del cine, el averiguó de soslayo que los calzoncillos eran de ella y simplemente había tenido un ataque de paranoia. Estuvieron juntos cinco meses, hasta que ella se marchó a Alemania a vivir.

1 comentario

Arwen -

A ese también le cambiarán el hígado =P
Genial la historia.
Saludos.