Loving Feelin'
You never close your eyes
Anymore when I kiss your lips.
Anymore when I kiss your lips.
You’ve lost that loving feelin’, The Rigtheous Brothers.
Ella nunca cerró los ojos cuando la besé. Ni tampoco recogía su pelo en una coleta cuando se acercaba el momento. Ella simplemente nunca me quiso.
Recuerdo esperar impaciente en el coche antes de recogerla, después de dejarla, mientras que la llevaba al cine, mientras que hablábamos hasta la madrugada, cuando miraba sus tetas, cuando soñaba con comerla... pero siempre era impaciencia, impaciencia de que me amara.
Supongo que me veía como una mezcla de viejo taxi amarillo neoyorquino, puta de barrio y conversador ilustrado. Le satisfacía esos tres anhelos: el viajero, el erótico y el intelectual. Pero como ya he dicho, nunca me quiso.
Aún así, a sabiendas de todo eso, yo si que me enamoré de ella. Como un idiota además, pensando que podría cambiarlo en esas largas veladas de conversaciones vanas, donde con perspectiva, veo como he avanzado y ella a dejado que sus sueños sigan siendo sueños, con la diferencia de que ahora no están al alcance de su mano. Yo me marché al extranjero y ella no solo no cumplió su sueño de investigar y de marcharse a algún lugar lejano, si no que acabó en el negocio familiar que tanto decía detestar.
Por supuesto ya no sé que fue de ella, aunque supongo que seguirá con una vida clásica, como lo era en realidad. Era una persona disfrazada de otra, de moderna y de intelectual, de progresista pero eclesiástica, conservadora y amordazada. Así era y así pensé que podría quererla.
Pero un día me di cuenta que aquello era ficticio... y abrí los ojos mientras que la besaba. Los abrí porqué deje de quererla y entonces fue como una puñalada. Fue como un golpe al darme cuenta que todas aquellas horas interminables habían sido una equivocación. Y decidí despedirme de aquello.
...
Recuerdo esperar impaciente en el coche antes de recogerla, después de dejarla, mientras que la llevaba al cine, mientras que hablábamos hasta la madrugada, cuando miraba sus tetas, cuando soñaba con comerla... pero siempre era impaciencia, impaciencia de que me amara.
Supongo que me veía como una mezcla de viejo taxi amarillo neoyorquino, puta de barrio y conversador ilustrado. Le satisfacía esos tres anhelos: el viajero, el erótico y el intelectual. Pero como ya he dicho, nunca me quiso.
Aún así, a sabiendas de todo eso, yo si que me enamoré de ella. Como un idiota además, pensando que podría cambiarlo en esas largas veladas de conversaciones vanas, donde con perspectiva, veo como he avanzado y ella a dejado que sus sueños sigan siendo sueños, con la diferencia de que ahora no están al alcance de su mano. Yo me marché al extranjero y ella no solo no cumplió su sueño de investigar y de marcharse a algún lugar lejano, si no que acabó en el negocio familiar que tanto decía detestar.
Por supuesto ya no sé que fue de ella, aunque supongo que seguirá con una vida clásica, como lo era en realidad. Era una persona disfrazada de otra, de moderna y de intelectual, de progresista pero eclesiástica, conservadora y amordazada. Así era y así pensé que podría quererla.
Pero un día me di cuenta que aquello era ficticio... y abrí los ojos mientras que la besaba. Los abrí porqué deje de quererla y entonces fue como una puñalada. Fue como un golpe al darme cuenta que todas aquellas horas interminables habían sido una equivocación. Y decidí despedirme de aquello.
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Espero que os haya gustado. Como siempre, son fragmentos que escribo y que podría continuar o quizás no... sabéis que la inconstancia es mi mayor virtud.
Carlos.
Carlos.
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