Golpearse Contra El Suelo
"Please don't let me hit the ground"
Temptation, New Order.
No dejes que me golpee contra el suelo, llevame en tus alas. He abandonado tu necesidad física, pero ahora te necesito en mi corazón más que nunca. Ahora que comprendo que somos, que conexión nos aguardaba tras la vuelta de la última página. Si no estas cerca de lo que siento, es como caer por un agujero ciego, como caer desde la base de una colina y no desde su cima. Antes no sabia lo que nos unía, ni lo que nos separaba. Ahora que lo comprendo, me es aún más difícil que estes solo en la periferia de mi corazón. Por suerte, la solución está ahí... sé lo que somos, sé lo que seremos.
Por muchas lagrimas de lluvia que reposen sobre mi piel, y que aunque no este desnudo, me hagan sentir tan indefenso, ya sé lo que soy y cual es el camino. La respuesta no estaba donde yo quise encontrarla, si no en las mismas palabras que tanto odiaba por creer que no me servía contigo. Pero los monólogos no valen para conocer la realidad, para dejar a un lado lo que nos dicen nuestros ojos. Solo cuando tus palabras y las mías se cruzaron sin el miedo de la perfección, resultaron ser sanadoras.
Porque ese era mi miedo, el miedo a estropear la perfección, a que todo fuera tan increible como una película o una canción de Bob Dylan. Estaba ciego, mis ojos no eran azules, si no blancos, con una ceguera mental, glauca, como salida de una novela de cuyo nombre quisiera acordarme. No sabía que las cosas son perfectas por si mismas, que nuestro primer beso sería perfecto aunque fuera junto a un cubo de basura, porque sería solo eso, nuestro primer beso, eterno en la memoria, infalible, omnipresente desde tus pestañas hasta las mías.
Pero ya se ha desvanecido. Porque sabes que no me gusta el miedo, que lo combato cada minuto, por ser el enemigo de esa libertad que tanto me gusta. Aunque no es merito mio esta vez, lo arrancaste tu con cada silaba que escribias. Lo hiciste diluir entre medias sonrisas y carcajadas, entre confidencias, susurros, ojos entrecerrados y algo que me enamoraba aún más.
Pero vuelvo al principio, porque esta historia es circular, como todas las grandes historias... y aunque el miedo ya ha desaparecido, simplemente se fue, te necesito. No es necesidad física, ya lo dije, es solo en un pequeño punto entre mi sexta y séptima costilla, tan pequeño como la cabeza de un alfiler, como un lunar, pero que no me permite dejar de pensar en tí. Es un pinchazo indoloro, que se resiste a remitir a menos que llegue el día en que me digas que me quieres. ¿Y sabes? Ese lunar invisible me desconcentra, me confunde de día y de noche, me trastabilla y me hace caer, me lleva directo al suelo, desde esa base de una colina, y caerse desde la base de una colina es ridículo, no es como caerse desde la cima del Everest en un intento bravío por intentar superar el miedo. Así que, por favor, no dejes que me golpee contra el suelo.
Bueno, esto es una pequeña cosilla que se me ha ocurrido pensando en dos cosas: en esa pequeña parte del estribillo de la canción de New Order y en el título del disco póstumo de Elliot Smith, 'From A Basement On The Hill' (aunque este tomado libremente)... Voy a ver si lo incluyo en lo que estoy escribiendo ahora, que aún esta en un estado lo suficientemente no comprometido, como para añadirle retazos de cosas que se me ocurran.
Carlos.
Temptation, New Order.
No dejes que me golpee contra el suelo, llevame en tus alas. He abandonado tu necesidad física, pero ahora te necesito en mi corazón más que nunca. Ahora que comprendo que somos, que conexión nos aguardaba tras la vuelta de la última página. Si no estas cerca de lo que siento, es como caer por un agujero ciego, como caer desde la base de una colina y no desde su cima. Antes no sabia lo que nos unía, ni lo que nos separaba. Ahora que lo comprendo, me es aún más difícil que estes solo en la periferia de mi corazón. Por suerte, la solución está ahí... sé lo que somos, sé lo que seremos.
Por muchas lagrimas de lluvia que reposen sobre mi piel, y que aunque no este desnudo, me hagan sentir tan indefenso, ya sé lo que soy y cual es el camino. La respuesta no estaba donde yo quise encontrarla, si no en las mismas palabras que tanto odiaba por creer que no me servía contigo. Pero los monólogos no valen para conocer la realidad, para dejar a un lado lo que nos dicen nuestros ojos. Solo cuando tus palabras y las mías se cruzaron sin el miedo de la perfección, resultaron ser sanadoras.
Porque ese era mi miedo, el miedo a estropear la perfección, a que todo fuera tan increible como una película o una canción de Bob Dylan. Estaba ciego, mis ojos no eran azules, si no blancos, con una ceguera mental, glauca, como salida de una novela de cuyo nombre quisiera acordarme. No sabía que las cosas son perfectas por si mismas, que nuestro primer beso sería perfecto aunque fuera junto a un cubo de basura, porque sería solo eso, nuestro primer beso, eterno en la memoria, infalible, omnipresente desde tus pestañas hasta las mías.
Pero ya se ha desvanecido. Porque sabes que no me gusta el miedo, que lo combato cada minuto, por ser el enemigo de esa libertad que tanto me gusta. Aunque no es merito mio esta vez, lo arrancaste tu con cada silaba que escribias. Lo hiciste diluir entre medias sonrisas y carcajadas, entre confidencias, susurros, ojos entrecerrados y algo que me enamoraba aún más.
Pero vuelvo al principio, porque esta historia es circular, como todas las grandes historias... y aunque el miedo ya ha desaparecido, simplemente se fue, te necesito. No es necesidad física, ya lo dije, es solo en un pequeño punto entre mi sexta y séptima costilla, tan pequeño como la cabeza de un alfiler, como un lunar, pero que no me permite dejar de pensar en tí. Es un pinchazo indoloro, que se resiste a remitir a menos que llegue el día en que me digas que me quieres. ¿Y sabes? Ese lunar invisible me desconcentra, me confunde de día y de noche, me trastabilla y me hace caer, me lleva directo al suelo, desde esa base de una colina, y caerse desde la base de una colina es ridículo, no es como caerse desde la cima del Everest en un intento bravío por intentar superar el miedo. Así que, por favor, no dejes que me golpee contra el suelo.
Bueno, esto es una pequeña cosilla que se me ha ocurrido pensando en dos cosas: en esa pequeña parte del estribillo de la canción de New Order y en el título del disco póstumo de Elliot Smith, 'From A Basement On The Hill' (aunque este tomado libremente)... Voy a ver si lo incluyo en lo que estoy escribiendo ahora, que aún esta en un estado lo suficientemente no comprometido, como para añadirle retazos de cosas que se me ocurran.
Carlos.
0 comentarios