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CruceDeCaminos

Hora CINCO, en el quinto día. El Primer Beso

El Primer Beso.

La veía caminar junto a él. Llevaba un vestido de lino, ligeramente mojado por el bañador. Elena llevaba en la mano el dibujo y repetía lo que solo unos momentos antes había hecho Alberto, pasaba sus dedos por el contorno del carboncillo. Un torrente de recuerdes le recorría su mente, que feliz había sido hasta aquel momento.

Por detrás de las casas, iban caminando por el césped hasta que llegaron al viejo árbol. Habían pasado miles de horas allí. Subidos ambos a las ramas, hablando, diciéndose tonterías y gastándose bromas, jugando, mirando las nubes o las estrellas. Parecía que hubieran pasado un millón de años.

- Me ayudas a subir.

- Claro. Espera.

Y acomodándose junto al árbol Alberto ayudo a Elena a subir, aunque aquello fue algo más que subir a un árbol, fue volver a la niñez. A esa niñez que ni siquiera habían abandonado del todo todavía. Una niñez de moratones en las rodillas y pegatinas en los brazos, de chucherías y juegos en la calle.

Se sentaron en la misma rama que los había sostenido por última vez, cuando Alberto le había propuesto a Elena dibujarla.

- Te echaba tanto de menos. Pensaba que te habías olvidado de mí.

- La verdad es que nunca he dejado de pensar en ti. Sobretodo desde que volviste.

- El dibujo es precioso. A medida que veníamos hacia aquí me he ido acordando de todo. Es curioso lo que nos hace olvidar el paso del tiempo.

- Si.

- ¿Por qué no has vuelto a hablarme hasta hoy? ¿Precisamente ahora que te vas a vivir a otro lugar?

- Verás... –Las rodillas le temblaban y no sabía que decir, no encontraba el valor, ni la fuerza necesarias.

Elena le pasó la mano por el pelo. Ella no sabía mucho de salir con chicos, ni tampoco de besarse y otras cosas así. Pero sabía que ese dibujo significaba algo y el camino hasta el árbol le había hecho pensar. Recordar las veces que lo había visto al otro lado de la ventana. Además le conocía desde siempre y ahora que había vuelto a estar junto a él, sabía lo que le pasaba por la cabeza.

-... Verás, quería darte el dibujo para despedirme de ti. Porque he estado esperando a que volvieras por mucho tiempo y solo esta mañana me he dado cuenta de lo que me pasaba....

-Calla. –Dijo Elena, mientras le ponía dos dedos sobre la boca.

Estaban el uno sentado junto al otro. Ella supo que era el momento. Se acercó tímidamente a él, como una mariposa soñolienta. Sus labios se fueron acercando poco a poco. Y le besó. Le dio su primer beso.
Se besaron por minutos, aunque a ellos les pareció una eternidad. Alberto tenía la mente en blanco. En este primer beso de amor. Aquel que serviría de medida para todos los demás. Los ojos cerrados. Silencio, no les molestéis cantaban los pájaros, cuando dos niños se están dando su primer beso de amor no deben de ser molestados. El viento se detuvo y las hojas dejaron su vaivén marinero, sin embargo la rama parecía mecerlos en un suave viaje. Se encontraron caminando sobre el cielo limpio, viajando en sus cabezas sin moverse de allí. Porque oían campanas en sus oídos y tenían la certeza de aquel momento irrepetible. Todo estaba concentrado entre los labios de ambos. Desde allí surgía una supernova de luz que los llevaba a otro lugar. Alberto había cumplido su sueño sin saber como o porqué, sin tener la certeza de cómo había conseguido llegar a ese ínfimo momento. Porque las mejoras cosas llegan así, sin que nosotros hagamos nada para remediarlo. Elena se sintió completa, porque él era la única persona que había echado de menos cuando estuvo en la clínica, aunque hubieran intentado borrárselo de la cabeza. Aunque casi hubieran conseguido hacerla olvidar a aquel niño que una vez la había pintado mirando las nubes, tumbada sobre un césped fresco que le hacía cosquillas sobre la espalda.

....

En la casa de Elena, alguien abrió la puerta y entro en la casa. Preguntó al aire pero no obtuvo respuesta. Se dirigió a la cocina y vio un bizcocho sobre la encimera, miró el reloj del horno, aunque ya sabía que hora era, había tardado una hora desde el trabajo hasta casa. Se asomó a la ventana esperando ver a su hija en la piscina, pero tampoco estaba allí. Sigilosamente, como si alguien la vigilara aunque la casa estaba vacía, se acerco al cuarto de baño de su hija y busco la medicación. Sabía que aquello estaba mal, pero aunque no respetara la intimidad de su hija, se convencía diciéndose que era por el bien de ella. Contó las pastillas y observó que había las mismas que la noche anterior. Entonces empezó a preocuparse...

3 comentarios

Rut -

Joo!!! no sabía que la habías continuado. Ahora me quedo más intrigada que antes. Que bonita historia. La verdad es que el primer beso siempre es algo especial...El martes estoy pinchada en el cyber.
Besos

El fugitivo -

Me pregunto que pasara luego... Esperare para poder leerlo :-)

Marta -

Aahhhgggrrrr!! Y???? Y???? No me dejes así Carlos, por dios, que la que va a necesitar medicación voy a ser yo.

Me ha gustado, el primer beso de amor, el que sirve de medida para todos los demás... Que bonito :)